En respuesta a "Ayuda al Método Científico"
Desde el blog Las letras de la ciencia nos escribe esta carta un compungido ser. El propio Método Científico, atribulado por las dudas, nos consulta si debería aceptar una oferta cinematográfica para darse a conocer, aunque teme que lo califiquen de frívolo cuando siempre ha luchado por el rigor y la objetividad. Con esta misiva intentaré orientarle.
Estimado Método Científico:
Vaya por delante el sincero aprecio que te tengo. Gracias a ti somos capaces de desentrañar los enigmas que nos rodean sin que nuestras percepciones, sesgos o prejuicios perturben las explicaciones sobre el mundo.
Tu tarea para generar conocimiento científico es indispensable, y no seré yo quien intente convencerte de que traiciones tu esencia. Pero hay seres humanos que no te conocen y muchos de los oyen hablar de ti, así, de sopetón, pensarán que eres un aguafiestas o un “friki”.
Pero no te desanimes, solo es cuestión de conocer algunos secretos sobre nosotros, y te contaré uno de los más importantes: nos encanta que nos cuenten historias. Verás, te pondré un ejemplo.
Un científico que siga estrictamente tus dictados se dispone a analizar una novela como Anna Karenina. Según tus normas, es necesario ser sucinto y preciso en las conclusiones, sin ambigüedades ni ornamentos innecesarios, con lo que escribiría algo así:
Estarás de acuerdo conmigo en que algo así no podría convertirse en una de las joyas de la literatura. ¿Por qué? Porque le falta una de las cosas que más interesa a los humanos: la emoción. Contar la ciencia significa añadir a los asombrosos resultados que tú consigues, estimado Método Científico, toda la historia del camino recorrido. El esfuerzo, la esperanza, los fracasos y, en definitiva, todo el contexto que rodea a los investigadores que lideras.
¿Por qué no poner a Mendeléiev, el padre de la tabla periódica, sobre el escenario de un teatro para que nos relate su logro? ¿O por qué no poner a Cervantes y Einstein a conversar y ver cuánto tienen en común? Si la mismísima Hypatia de Alejandría pasó por la gran pantalla mientras enseñaba en la Biblioteca del Serapeo, tú no puedes ser menos. Estimado Método Científico, acepta la oferta para esa peli y asómbranos con tu historia.
Estimado Método Científico:
Vaya por delante el sincero aprecio que te tengo. Gracias a ti somos capaces de desentrañar los enigmas que nos rodean sin que nuestras percepciones, sesgos o prejuicios perturben las explicaciones sobre el mundo.
Tu tarea para generar conocimiento científico es indispensable, y no seré yo quien intente convencerte de que traiciones tu esencia. Pero hay seres humanos que no te conocen y muchos de los oyen hablar de ti, así, de sopetón, pensarán que eres un aguafiestas o un “friki”.
Pero no te desanimes, solo es cuestión de conocer algunos secretos sobre nosotros, y te contaré uno de los más importantes: nos encanta que nos cuenten historias. Verás, te pondré un ejemplo.
Un científico que siga estrictamente tus dictados se dispone a analizar una novela como Anna Karenina. Según tus normas, es necesario ser sucinto y preciso en las conclusiones, sin ambigüedades ni ornamentos innecesarios, con lo que escribiría algo así:
En este artículo se estudia el caso de Ana. Una mujer joven y hermosa, casada con un hombre mayor y adinerado. Se aporta como dato complementario que tiene un hijo.
Un día conoce a un militar de facciones armoniosas que la seduce. La mujer abandona a su familia y se fuga con el militar. Regresa tras un tiempo indeterminado para ver a su hijo, pero su marido no se lo permite. Tras muchos sinsabores y enfrentamientos con su familia, poco relevantes para este estudio, y al ambiente social en que se desenvuelve, el militar abandona a la joven objeto de análisis y ella se suicida.
Aunque las relaciones entre hombres y mujeres suelen ser de una complejidad que supera los objetivos de este estudio, se observa una fuerte correlación entre el abandono de Ana y su trágico desenlace.
Aconsejamos futuros estudios debido a que existe incertidumbre sobre la reproducibilidad del experimento en cuanto a la obtención de resultados coincidentes.
Estarás de acuerdo conmigo en que algo así no podría convertirse en una de las joyas de la literatura. ¿Por qué? Porque le falta una de las cosas que más interesa a los humanos: la emoción. Contar la ciencia significa añadir a los asombrosos resultados que tú consigues, estimado Método Científico, toda la historia del camino recorrido. El esfuerzo, la esperanza, los fracasos y, en definitiva, todo el contexto que rodea a los investigadores que lideras.
¿Por qué no poner a Mendeléiev, el padre de la tabla periódica, sobre el escenario de un teatro para que nos relate su logro? ¿O por qué no poner a Cervantes y Einstein a conversar y ver cuánto tienen en común? Si la mismísima Hypatia de Alejandría pasó por la gran pantalla mientras enseñaba en la Biblioteca del Serapeo, tú no puedes ser menos. Estimado Método Científico, acepta la oferta para esa peli y asómbranos con tu historia.
Jooo José Antonio... cuánta razón tienes. Sin emociones no somos nadie, y has usado el mejor ejemplo posible. Ahora mismo le hago llegar tu carta y seguro que al leerla aceptará la propuesta.
ResponderEliminar¡A mí me has emocionado!
Un abrazo,
Ana
Añadiría un ejemplo más de como el método científico y los que lo utilizan abren sus emociones al público. La vida de Galileo de Bertolt Brecht. Me viene a la cabeza porque durante el mes de Marzo, la obra de teatro se está representando en el Centro Dramático Nacional de Madrid ;o))
ResponderEliminarEn efecto, Jorge, es un buen ejemplo. La obra "Oxígeno" de los químicos Djerassi y Hoffmann, y "Copenhague" de Michael Frayn son también ejemplos conocidos y que han cosechado éxito en sus representaciones. Es necesario potenciar aún más esta relación entre la ciencia y las artes escénicas.
ResponderEliminar