M87

La artista coloca sobre el caballete un fino lienzo de espacio-tiempo. Para esta obra se ha surtido de los más exquisitos pigmentos: blanco de plomo desde la Antártida, amarillo de cromo desde España y Chile, rojo cadmio desde Hawái, siena tostada desde Arizona y negro perileno desde México.

Todo pintor debería comenzar cada nueva obra con una capa de negro, decía Leonardo, porque todas las cosas en la naturaleza son oscuras hasta que son expuestas a la luz. Lo que Leonardo no podía imaginar es que hay objetos que cuando se exponen a la luz, la devoran.

Se ha visto obligada a cambiar de modelo en último momento. El de Sagitario, que parecía el más accesible y prometedor, resultó demasiado inquieto y voluble para soportar las sesiones durante los cinco días que duraría el trabajo. Finalmente, el de Virgo ha sido el candidato elegido.

Su paleta, tallada por un preciso algoritmo, irá probando las primeras mezclas para aplicar veladuras como hubiese hecho el pintor florentino. Hay que ir con cuidado, pues determinadas zonas del lienzo ejercen una intensa atracción sobre el pincel deformándolo, retorciendo las capas de pintura.

El horizonte de sucesos va tomando forma con unos contundentes toques de siena y rojo en la parte superior. Hacia la zona inferior hay que intensificar la luminosidad y entran en juego el blanco y el amarillo de cromo. Es el área que dotará de movimiento a la composición y las pinceladas han de ser decididas, con una ágil rotación de muñeca.

El ambiente, saturado de olor a trementina, emborracha a la artista y embota sus sentidos casi al mismo tiempo en el que comienza a surgir una distorsión en el centro del lienzo. La intensa atracción deforma la trayectoria de la luz de modo que muestra, simultáneamente, la parte anterior y posterior de la figura. Fieles a la teoría de la relatividad, los fotones son desviados hacia los ojos del espectador en una suerte de cubismo cósmico empeñado en mostrar, sobre el mismo plano y a la vez, todos los puntos de vista.

La obra queda terminada pero el acto artístico no concluye aún. El bucle creativo quedará cerrado cuando el espectador la interpreta y le otorga significado en base a su experiencia vital. La obra completa su viaje desde la mente de quien la crea a la realidad de quien la observa. Pero esta obra en particular comenzó su viaje mucho antes, cuando desde una convulsa región del universo, hace 55 millones de años, un puñado de ondas de radio se dirigió hacia un diminuto punto azul pálido.



Nota: La "artista" que se menciona es Katie Bouman, experta en ciencias de la computación, que ha dirigido el equipo responsable de desarrollar el algoritmo que ha hecho posible componer la primera imagen de un agujero negro, concretamente el que se encuentra en la galaxia M87 situada en el Cúmulo de Virgo.
El algoritmo debía coordinar los datos recibidos de ocho radiotelescopios situados en diversas partes del mundo, que forman la red del Event Horizon Telescope, para recrear esta imagen.

Esta entrada participa en el blog de narrativa científica Café Hypatia con el tema #PVarteyciencia.

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