Matrimonio de "conveciencia" (II)

(viene de la parte I)

En 1861 la Universidad de San Petersburgo abrió sus aulas a las mujeres, pero las cerraron poco después por la agitación política de los estudiantes. Así, las mujeres tendrían que recurrir a matrimonios de conveniencia para poder viajar a universidades extranjeras, y si esta era la manera, Sofia estaba dispuesta a dar el paso. A los 18 años se casó con Vladimir Kovalevsky, y abandonó Rusia en busca de otros horizontes intelectuales.



La elección de Vladimir como esposo estuvo bien pensada para los intereses de Sofia. Vladimir veía con buenos ojos las inquietudes científicas de su mujer pues él mismo era un paleontólogo renombrado. De hecho, Darwin era un gran admirador de su trabajo, alabando en una carta una monografía sobre caballos que había realizado. Es conocido que Darwin tenía una de las caligrafías más abominables y, sin embargo, tuvo la deferencia de escribir con letra especialmente clara para alguien acostumbrado a los caracteres cirílicos.

Darwin tenía buenas razones para cultivar el favor de Kovalevsky. Antes de casarse con Sofia, Vladimir trabajó como traductor y editor de libros científicos. Tradujo al menos tres de los trabajos de Darwin. Concretamente, su febril dedicación logró que la versión rusa de La variación de los animales y las plantas bajo domesticación apareciera antes que la versión inglesa original. En otra historia de sus ajetreadas vidas, se cuenta que transportaron las pruebas de El origen del hombre atravesando las líneas durante la Guerra franco-prusiana de 1870. Muchos colegas reconocían a Kovalevsky como el primero en estudiar de manera sistemática los grandes problemas de la paleontología sobre las bases de la evolución.

En 1871 los Kovalevsky llegan a Berlín con la intención de que Sofia pueda estudiar con el matemático Karl Weierstrass, quien le asigna una serie de problemas avanzados como forma diplomática de librarse de ella. Cuando al cabo de una semana se los devolvió exitosamente resueltos, el matemático se convirtió en su mayor protector y defensor. A su regreso a Rusia, y siendo rechazada para impartir docencia, Sofía deja aparcadas las matemáticas durante seis años. Durante esa época pasó a escribir artículos de prensa, divulgando avances técnicos y científicos como la iluminación eléctrica o el teléfono. También escribió crítica literaria, la citada novela Una nihilista y unas memorias tituladas Una niñez rusa.

Decide probar suerte en la Universidad de Estocolmo donde, finalmente, es contratada como profesora de pleno derecho. Fue la primera catedrática en una universidad europea y dio comienzo su etapa más fructífera. En 1888 recibe el premio Bordin de la Academia de Ciencias de Francia por su trabajo sobre la rotación de un cuerpo sólido, problema donde notables matemáticos no habían tenido éxito, y logró el reconocimiento y la amistad de científicos como Darwin, Huxley, Mendeléyev o Poincaré.

La escritora Alice Munro inmortalizó a Sofia en un cuento titulado Demasiada felicidad, y una cita atribuida a su mentor, Weierstrass, define la esencia de su trabajo: "Todo matemático que no es en algún sentido un poeta no será nunca un matemático completo."
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Esta entrada participa en el blog de narrativa científica Café Hypatia con el tema #PVparejas.

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