Pianolas para la guerra (II)

(viene de la parte I)


Cuando su carrera en la gran pantalla comenzó a consolidarse, volvió a retomar una inquietud que su padre le había inculcado desde pequeña: el interés por la ciencia y la tecnología. Con solo cinco años fue capaz de desmontar una caja de música y volver a recomponerla con éxito, y en el colegio su asignatura favorita era la química. Cuando conoció a Howard Hughes, puso a sus químicos al servicio de una idea de Hedy: ante la escasez de Coca-Cola durante la guerra, condensaría su extracto en un cubito para restituir el refresco disolviéndolo en agua. Sin embargo, su invento resultó un fiasco porque no tuvo en cuenta la dureza del agua (la concentración de sales de calcio y magnesio) en los distintos estados, de manera que mientras el cubito se disolvía perfectamente en Virginia o Alabama, se precipitaba al fondo del vaso como una pasta amorfa en Arizona o Colorado.


El detonante

La preocupación por la evolución de la guerra volvió a unir los destinos de Hedy Lamarr y George Antheil, ya que en 1940 tuvieron lugar dos sucesos que les impactarían enormemente. En el mes de junio, dos cazas soviéticos derribaron el avión donde viajaba Henry Antheil, el hermano menor de George, que trabajaba en la legación estadounidense de Helsinki; fue la primera víctima estadounidense de la Segunda Guerra Mundial. En septiembre, el SS City of Benares fue torpedeado por un submarino U-48 alemán a unas 600 millas de las costas escocesas perdiéndose 260 vidas, entre ellas las de 77 de los 90 niños evacuados de Gran Bretaña a Canadá para ponerlos a salvo de los bombardeos.






El desastre del City of Benares inspiró en Hedy la que sería la más genial de sus ideas: el desarrollo de un torpedo guiado por radio que el enemigo no pudiese interceptar, para lo cual era necesario que la frecuencia de la señal entre emisor y receptor se alterase constantemente. Para hacer indescifrable su sistema de comunicación secreta, George y Hedy acordaron que la señal debía cambiar entre 88 frecuencias posibles; no es coincidencia que sea exactamente el número de teclas que tiene un piano. La clave estaba en sincronizar los cambios de frecuencia entre emisor y receptor de modo que siguieran el mismo patrón para asegurar la comunicación continua entre ambos, y si había alguien que pudiese conseguirlo, ese era George Antheil. Si había logrado sincronizar dieciséis pianolas para su Ballet mécanique, esto sería coser y cantar: dos rollos de papel perforado como el usado en las pianolas, uno en el emisor y otro en el receptor funcionando al unísono. Desgraciadamente cuando quisieron ceder el invento a la Marina, el chiste fácil de que “habían puesto una pianola en un torpedo” hizo que no se tomaran en serio el potencial del invento.


Patente concedida a Hedy Lamarr (que firma como Hedy Kiesler Markey)
y George Antheil por su Sistema de Comunicación Secreta. Smithsonian Magazine

En ocasiones, resulta insospechado dónde y en qué circunstancias surgirá la genialidad. Goethe transformó un rechazo amoroso en una de sus obras más hermosas y la devastación de la guerra hizo que Hedy y George desarrollaran los fundamentos de lo que hoy es el espectro ensanchado de frecuencia, la base de tecnologías inalámbricas como el Bluetooth o el Wifi. Incluso la propia escuela de la Bauhaus, que tanto influyó en la música de George Antheil, comenzó en Weimar su revolucionaria andadura como producto de la adversidad cuando el estado de Turingia le conminó a justificar sus actividades si quería seguir contando con financiación. Maestros y aprendices de la Bauhaus levantaron el reto organizando una exposición, en el marco de la cual construyeron la que sería la primera vivienda moderna con su genuina esencia, Haus am Horn. Se inauguró en septiembre de 1923, exactamente 100 años después de que Goethe concluyera su Elegía de Marienbad y a solo 300 metros de Gartenhaus, su Casa del Jardín. La inauguración fue amenizada por un programa musical de compositores vanguardistas, entre los que se encontraba un George Antheil que interpretó sus primeras obras dodecafónicas, con cambios imprevisibles de ritmo y tonalidad, tan imprevisibles como los cambios de frecuencia del torpedo que ideó la pareja más improbable de Hollywood.


Haus am Horn, la vivienda diseñada y construida por miembros de la Bauhaus en Weimar
para la exposición de 1923. Wikipedia



Localización de la Casa del Jardín de Goethe (Goethes Gartenhaus) y de la Haus am Horn en Weimar.
Google Maps

 
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Esta entrada participa en el blog de narrativa científica Café Hypatia con el tema #PVdesafíos.

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